La preadolescencia es una fase de cambios y desafíos que prepara a los niños para la adolescencia y la vida adulta. Comprender sus necesidades y acompañarlos con empatía y orientación es clave para que puedan desarrollar una identidad sólida, fortalecer su autoestima y enfrentar los retos de esta etapa
con confianza

La preadolescencia es una etapa de dudas, emociones intensas y la búsqueda de identidad.
La preadolescencia es una etapa crucial en el desarrollo humano, muchas veces invisibilizada por la adolescencia. Vivir la transición de la infancia a la adolescencia implica una gran crisis de identidad: no se es ni lo uno ni lo otro. Esta etapa, que comienza alrededor de los 9 años y se extiende hasta los 12, conlleva profundos cambios biológicos, psicológicos y grandes desafíos sociales. Es un preludio a la adolescencia, donde se producen transformaciones físicas, cognitivas y emocionales que pueden generar momentos de perturbación y, sobre todo, una gran necesidad de adaptación.
Uno de los principales cambios en la preadolescencia es el desarrollo físico. Aunque el crecimiento sigue un ritmo moderado en comparación con la infancia, comienzan a aparecer signos de madurez sexual que deben asumirse, muchas veces sin estar en sintonía con la madurez emocional. Estos cambios pueden generar inseguridades debido a la reestructuración de la imagen corporal. Los preadolescentes experimentan una especie de duelo por la pérdida de su apariencia infantil y buscan adaptarse a su nueva fisonomía.
A nivel emocional, esta etapa se caracteriza por fluctuaciones en el estado de ánimo, una mayor conciencia de las propias necesidades y la afirmación de la identidad a través de la oposición. La necesidad de compartir problemas con los progenitores coexiste con una tendencia a ocultar pensamientos y sentimientos, lo que protege su necesidad de privacidad, pero también puede generar conflictos en la relación con los adultos.
Desde el punto de vista cognitivo, la preadolescencia permite desarrollar un pensamiento más abstracto y reflexivo. Aumenta la capacidad de planificación y la conciencia sobre las consecuencias de las acciones, lo que puede generar sentimientos de culpa cuando las cosas no resultan como se esperaba. Asimismo, se fortalecen las habilidades de debate y la curiosidad investigativa, lo que impulsa a los preadolescentes a cuestionar figuras de autoridad y formar opiniones propias sobre temas morales y sociales. También comienzan a ser más críticos con sus padres, profesores e incluso con algunos amigos.
En el ámbito social, la identificación con el grupo de pares cobra gran importancia. Los preadolescentes comienzan a desligarse de sus padres y buscan en sus amigos un espacio de comprensión y aceptación. La pertenencia a un grupo se vuelve fundamental para su autoestima y bienestar emocional. Sin embargo, la dificultad para integrarse socialmente puede generar sentimientos de inseguridad y aislamiento. Muchas veces, el deseo de hacer amistades no se corresponde con la realidad, lo que puede generar frustración.
Son muchos los niños y niñas que experimentan conflictos internos entre su deseo de independencia y la necesidad de apoyo emocional. A veces, buscan ser pequeños y recibir cariño, mientras que en otras ocasiones quieren ser independientes y hacer las cosas por sí mismos. Este período también puede estar marcado por la aparición de ansiedad, miedos, inseguridades sobre la apariencia física e incluso el inicio de sentimientos de atracción romántica.
Para acompañar a los preadolescentes en esta etapa, es crucial que los adultos fomenten un ambiente de confianza y comprensión. Es fundamental validar sus emociones, establecer diálogos abiertos y brindar herramientas para la regulación emocional. Los talleres de habilidades socioemocionales, las actividades en grupo y la promoción de espacios seguros para la expresión pueden ser estrategias efectivas para ayudarles a transitar esta etapa con mayor seguridad y bienestar.

Grandes Desafíos de la Preadolescencia: Entre la Niñez y la Adolescencia
Crisis de identidad – No sentirse ni niño ni adolescente, buscando su propio lugar en el mundo.
Cambios físicos y autoimagen – Adaptarse a las transformaciones del cuerpo y lidiar con la inseguridad sobre la apariencia.
Emociones intensas y fluctuantes – Pasar de la risa al enojo en segundos sin entender completamente por qué.
Mayor necesidad de independencia – Querer hacer las cosas solo, pero al mismo tiempo seguir necesitando apoyo.
Cuestionamiento de la autoridad – Comenzar a desafiar normas, reglas y figuras de autoridad en la búsqueda de autonomía.
Pertenencia al grupo de pares – La necesidad de ser aceptado y encontrar un grupo con el que identificarse.
Presión social y comparación – Influirse por la opinión de los demás y compararse con amigos, redes sociales y modelos externos.
Desarrollo del pensamiento crítico – Empezar a cuestionar valores, creencias y a formar una opinión propia sobre el mundo.
Aparición de nuevos miedos e inseguridades – Desde la presión escolar hasta la preocupación por la apariencia y la aceptación social.
Exploración de emociones nuevas – Desde el primer amor hasta el miedo a los cambios, enfrentando sentimientos complejos por primera vez.
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